Oración de exorcismo (leer lo más rápido posible)

No quiero, ojalá que no, 
nunca jamás, no quiero.
Imposible que suceda, no, 
no puede ser, ni en pedo.
No es ni será en ningún momento,
no hay nada que hacer, no existe.   
Negativo, absolutamente inviable, 
de ninguna forma, no y solamente no.
No hay manera, ni ahí, 
absurdo de solo pensarlo.
No tiene solución
ni acá ni en la China,
No se puede.
Rotundamente prohibido, 
incorrecto, inaccesible,
horrible, espantoso.
Sin futuro, encerrado, 
obtuso, 
muerto.

Me cago en el Destino

Justo cuando creía que me había librado de los religiosos llegaron los deterministas.
Antes era la gracia del señor, ahora es culpa del destino.
En algún momento habrá que empezar a hacerse cargo de las decisiones que tomamos, o será que la autocrítica también es cuestión de fe.

Después

Una mujer a punto de volar, sonríe.
Todo cambiará después de ella.

Una mujer a punto de volar, sonríe.
La noche espera,
nadie puede verla ahora.

Una mujer a punto de volar, sonríe.
No será fácil recordar su nombre,
todo cambiará después de ella.

Una mujer a punto de volar, sonríe.
Se acerca detenidamente al borde,
cada paso es una piedra fría.

Una mujer a punto de volar, sonríe.
Algo quedará en su sombra.
Sus labios prefieren otra cosa.

La noche espera, 
todo cambiará después de ella,
no será fácil recordar su nombre.

Mínimas

La lluvia no se detiene y es cierto, 
estas palabras tienen algo de silencio y de pelo mojado.
Pero escribo para buscarte, para tomar tu mano 
en este espacio muerto en el que nos quedamos.  
No es casual que ahora tenga tu nombre golpeando mi frente
como si fueran las primeras y  las últimas gotas de un sueño.
En lo profundo, en el fantasma de la noche,
el tiempo escapa al destino, y la realidad va y viene sin prejuicios.  

Retiro lo dicho

Puedo sentir que alguien me mira, 
pero yo te estoy mirando y vos no le quitas los ojos de encima, 
aunque es obvio que él la mira a ella, y ella no deja de mirar a otro. 
Así podríamos seguir hasta formar un eterno tren de desencuentros.
Estaría bueno juntarnos un día y desfilar por las plazas y los patios,
y tomar la avenida principal hasta la fuente de la rotonda.
Sin dejar de bailar alguno de esos ritmos africanos que nos vienen de antes. 
Nada complicado, simplemente seguir los movimientos del que tenemos en vista, 
y eso sí, tener la precaución de ir esquivando en el camino a esos seres breves y luminosos
que se miran entre si.

El Juego de la muerte

La muerte es un fenómeno literario. Todo lo que se a dicho sobre ella es producto de la imaginación. Los rituales que la rodean, las investigaciones científicas, los estudios de la teología, y hasta los propios sentimientos de tristeza están basados en esta extraña rayuela, que ha sido creada desde los primeros días para justificar lo inexplicable.

La muerte es imaginaria o nada.

Para el muerto no hay muerte, es un cuerpo inanimado, similar a una piedra o un papel de cigarro. Pero para los vivos hay ausencia, hay un espacio de nada que es preciso llenar de inmediato con lo que fuere, incluso hasta con este antiguo juego de la muerte.

¿Qué es la nada? Algo que falta, lo que no está. La tía ha fallecido por causas naturales y no está, el encendedor que tenía guardado en el bolsillo del saco, me ha sido robado y no está. Aunque esa desconocida nos quiera hacer creer lo contrario, todos sabemos muy bien que aquella persona a la que amabamos ya no está. Nosotros, nos miramos al espejo y nos damos cuenta de que tampoco estamos.

Todo existe porque estamos vivos, y lo que se encuentre fuera de nuestra pequeña esfera de conocimiento será igual a nada o la nada misma.