"Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos y llenan de polvo de oro una habitación o un verso."
En éste fragmento de Rayuela, Oliveira renuncia a las palabras para llegar a la Maga. Siempre me pareció especialmente bello y poético. Pero solo ahora entiendo realmente de qué hablaba Julio.
Cuando dos personas se aman no necesitan de las palabras, es más, me atrevería a decir que muchas veces sobran. Eso era lo que yo entendía, pero Julio no nos habla de amor, no es tan simple como la fuerza del sentimiento que sustituye a las palabras. Es algo más, es otro lenguaje que yo no conocía hasta llegó ella.
Claro que la vida no es una novela y yo no puedo corresponderle, porque no poseo "auras y tensiones que crispan el aire". Pero... cómo se entiende que, entre todas, ella, me haya despertado, me haya puesto a andar sin decir nada, y cuando digo ella tal vez debería decir "su sonrisa suelta". (porque en verdad no se quien es ella).
Hace unas semanas atrás, el profesor de filosofía me hizo la siguiente pregunta: ¿De qué estás realmente seguro hoy en tu vida? De pronto me di cuenta de que estaba otra vez en la facultad, haciendo lo que me gusta, de que mi música volvió a ser mucho más que un consuelo, de que estaba dispuesto a recorrer el país con mi mochila... De que estoy vivo, respondí.
Ahora si te entiendo Julio. Ella tiene el don de "llenar de polvo de oro una habitación o un verso" y para eso solo le basta con ser ella. Es ingenuo querer hablarle con palabras, y es tanto lo que le debo.